Job 1:8
“Y Dijo DIOS: ¿No has considerado a mi siervo Job? ¡No hay ninguno como él sobre la tierra! Respondió “El Acusador”: ¡Job teme a Dios de balde! ¡Es un acomodado! ¡Quítale tu Protección y verás si no Blasfema contra tí!”
El enemigo le tenía ganas a Job desde hace mucho. No desaprovechó la oportunidad de revelar su Naturaleza. Pero es que ante Dios, queramos o no, tenemos que revelar quiénes somos, así le pasó al mismo Satanás.
No pudo ocultar su odio, su envidia, su rabia, su frustración y sus ganas de Hacer daño!
Pero Dios también reveló su naturaleza pura y exaltó lo que ÉL veía en Job.
El Corazón y La Boca del que Censura el Testimonio
El gran problema del enemigo está en su corazón.
La naturaleza del enemigo es tan inicua, que aunque trataré de decir una verdad le saldría mentira. Su corazón no puede producir lo puro. ¡Que tristeza!
Por eso le era imposible notar quien era Job y lo que hacía por agradar a su Señor.
Su Boca no podía hablar lo bueno porque sus ojos jamás notaban la Grandeza y el Diseño de Job.
Por eso es que cuando los ángeles trajeron buenas nuevas de Job y el Reino apostaba por Job, venía el de corazón sucio a puntualizar y señalar el pasado, la debilidad, el flagelo, el error y más. El Acusador no sólo estaba atacando a Job, estaba cuestionando a Dios y sus bondades para con su hijo.
Eso lo hace la envidia.
Pero Dios sabía por quién intercedía.
El enemigo siempre va a censurar todo aquello que desea destruir.
Lamentablemente hay mucha gente actuando igual. Van en oración a señalar el error de otros, a buscar distorsionar la perspectiva que Dios tiene de sus hijos y se les olvida que Dios conoce todo.
Si somos algo es por el Vallado de Dios en nosotros. Si Dios se aparta y aparta su favor de nosotros, nos ira peor que a JOB. Porque es su Gracia lo que nos sostiene… Job también lo sabía y esa era la molestia del enemigo.
Tenía un hambre voraz por destruir el testimonio y la imagen de Job… Así siente y piensa el Detractor.