Lucas 7:40-4
“Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro. Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más? Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados.”
En este pasaje tenemos el vivo ejemplo de lo que es tener una gran oprtunidad y desaprovecharla, sencillamente por ignorar varias cosas que vamos a enumerar a continuación.
- Ignorar con quien estoy tratando
A menudo la gente confunde la humildad y la sencillez de las personas, pensando que porque llegas a él con facilidad, esa persona no es importante; por el contrario, cuando tengo que pasar varias alcabalas y tengo que pagar mucho; entonces si creo que esa persona es importante.
En el caso de Simón con Jesús en su casa, él tenía la más brillante oportunidad de su vida, él estaba frente a la bendición, nada más y nada menos, tenía en su casa al hijo de Dios en persona, pero él lo ignoró.
- Olvidar los modales de bienvenida
Por supuesto, como simón ignoraba con quien estaba tratando, no le dio importancia a esas cosas tradicionales que se hacían para demostrar que esa persona, era bienvenida a la casa. El olvidó:
- No me diste agua para lavar mis pies.
Esa era una costumbre judía que data desde Abraham, cuando recibe los ángeles.
- No me diste beso.
El beso era una señal de bienvenida judía, que demostraba que el anfitrión estaba agradado con la visita, si no se daba beso, solo tú estabas en esa casa, como cualquiera que llegaba a una fiesta, pero no eras el invitado especial.
- No me ungiste con aceite
Ungir con aceite era la aceptación de que ese invitado, era un ministro, alguien especial mandado por Dios a esa casa .
Simón no hizo ninguna de estas cosas, antes por el contrario, murmuró en contra de Jesús, dudando de que era profeta, por esa razón, una mujer que entró sin ser invitada, le robó la bendición dentro de su propia casa.
Tal vez tú tengas la bendición muy cerca de ti, tal vez dentro de tu casa, no hagas como Simón, honra a los hombres y mujeres de Dios, cuando estén cerca de ti , aunque no tengan marketing, son gente de Dios igual que los famosos, no te confundas por la sencillez.