Proverbios 24:5
“El hombre sabio es fuerte, y de pujante vigor el hombre docto”
El mundo valora lo que es externo, visible y aparente, y las personas buscan satisfacer esta demanda. Entre los factores de comparación están los que valoran la fuerza física aliada a la estética, algo que siempre ha sido un factor de diferencia y sometimiento, en el que el más fuerte domina sobre el más débil.
La sabiduría en las actitudes de la vida nos conduce hacia acciones y decisiones más correctas y fructíferas; una actitud ponderada, examinada y coherente se convierte en un poderoso instrumento.
La sabiduría es capaz de producir fuerza, y más: es capaz de cambiar nuestro perfil ante quienes nos observan. Actuando con sabiduría, nuestras acciones y palabras son capaces de superar obstáculos que la fuerza física o la belleza estética no podrían.
Es interesante notar algo fundamental de la verdad revelada por Salomón, el hombre de conocimiento consolida la fuerza. Esto debe hacernos pensar que si buscamos un acondicionamiento físico o una apariencia más definida, a través del ejercicio y mucho esfuerzo, tal vez no todos lograrían buenos resultados o incluso soportar la intensa rutina, por diversas razones.
Sin embargo, la sabiduría establece una isonomía en la que todos son capaces de alcanzar resultados expresivos, convirtiéndose en mejores personas, más conscientes, más preparadas y, por tanto, más fuertes.
Y de la misma manera, esto sucede en nuestra vida espiritual; cuanto más conocemos a Dios y lo entendemos, más fuertes y establecidos nos volvemos. ¡Sé sabio! Hazte fuerte. Conoce más a Dios a través de su Palabra.