Proverbios 24:3
“Con sabiduría se edificará la casa, y con prudencia se afirmará.”
Es muy común que hagamos planes para conseguir todo lo que queremos en la vida. Entre estos objetivos, seguro que está la conquista de nuestra propia casa, un bien de gran valor económico y, sobre todo, de realización personal.
Sabemos que el escritor sagrado no se está refiriendo a la adquisición de una casa material, pero es lógico que dentro de su visión se inserte el lugar donde viviremos, es decir, el lugar forma parte del entorno (casa) donde estableceremos nuestra vida. La casa concentra en sí misma todos los fundamentos de una vida equilibrada, por lo que sirve de base para la enseñanza bíblica.
El hogar (casa) donde nos criamos o donde creamos nuevos lazos afectivos necesita establecerse cada día, cada momento, haciendo necesario que tengamos una conciencia que ayude a colaborar para su estabilidad.
La sabiduría nos ayudará a actuar de forma correcta, la sabiduría buscada en Dios nos fortalecerá aún más para esta condición.
Una casa construida necesita ser sostenida (establecida), y esto sucede cuando aplicamos la sabiduría adquirida, después de todo, no hay valor en una sabiduría nominal o teórica, sólo se hace efectiva cuando se vive y se extiende a los que están con nosotros. Nuestra casa nos necesita, con sabiduría y con entendimiento para establecerla.
Buscar la sabiduría y proponernos aplicarla en nuestra casa nos dará condiciones para cosechar frutos en varias áreas de nuestra vida.