Romanos 11. 33-36
“!!Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! !!Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.”
¿Por qué debemos darle siempre la gloria a Dios? Una simple respuesta debiera ser por lo que Él es y lo que Él hace. Los teólogos han tratado de darle adjetivos a Dios, tales como: Soberano, Todopoderoso, Omnipotente, Omnisciente, Omnipresente, Eterno Infinito e Inmortal, por mencionar algunos.
Pero ¿habrá una lista adecuada de adjetivos que hagan justicia a lo que Él es? Porque Él es Dios, no hay palabras o pensamientos que puedan explicar su grandeza. El asunto es que a Dios no podemos explicarlo porque Él es desde la eternidad hasta la eternidad.
Su poder excede a todo lo vemos u oímos porque todo lo creado es una ínfima expresión de lo que Él es. Su amor está más allá de la comprensión humana, su gracia no tiene límites, su santidad es infinita, y sus caminos son inescrutables. Después de todo, Él es el único Dios verdadero. Él no tiene principio ni fin. Él no tiene compañeros que le den consejos.