Todos en algún momento sentimos que nos encontramos en un callejón sin salida, es como si todo oscureciera alrededor y las puertas que pensamos atravesar se cerraran. Cada cosa que intentamos no sale como esperamos y así es como las fuerzas se van yendo de nuestro cuerpo y alma.
Lo primero que debemos saber es que nada ocurre por casualidad, todo lo que experimentamos es con un propósito, incluso esas cosas que pensamos no merecer en la vida. Lo cierto es que aun de esos días malos obtenemos un aprendizaje, después de un proceso difícil no somos los mismos, terminamos siendo más fuertes, sabios y maduros.
Hay una buena noticia en medio de todo, y es que Dios no es ajeno a nada de lo que sucede y está esperando que clamemos a él para demostrar una vez más cuanto nos ama obrando para bien en nuestras vidas. Solo el es capaz de darle vida a lo que no tenia, levantar al caído y dar paz al angustiado.
Isaías 40.29
“Él fortalece al cansado y acrecienta las fuerzas del débil.”
Isaías 40.31
“Pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán.”