Un encuentro verdadero es el fruto del acercamiento de Dios al hombre por amor. Produce un cambio de naturaleza, destino y propósito. En todos los seres humanos existe la necesidad de tener un encuentro personal con Dios aunque muchos de ellos no se den cuenta de que es eso lo que necesitan.
Las consecuencias de resistir al llamado de Dios siempre acarrean ruina, vacío y falta de paz. Dios nunca viene hacia nosotros con las manos vacías, cuando decidimos poner nuestra mirada en el trae consigo todo lo que necesitamos para ser libres, prósperos y felices.
El amor de Yahshua es tan grande que a pesar de nuestra desobediencia y necedad vuelve a darnos una oportunidad.
Nosotros podemos seguir con nuestras acciones, empujados por la inercia de la vida, de las circunstancias que nos toca vivir y ante las cuales, a veces, prescindimos de Dios para salir de ellas, confiados en nuestras fuerzas, habilidades y atributos hasta agotarnos y bajar los brazos.
Muchas veces nos vamos lo más lejos posible para recién darnos cuenta que estamos solos. Es allí donde nuestro Padre interviene, cuando quedamos desnudos delante de Él y reconocemos que no podemos mas, que ya no nos vale la mentira y el engaño ni a nosotros mismos ni a los demás. Hasta aquí llegamos, hasta la necesidad de reconocer que debemos cambiar de rumbo.
Un verdadero encuentro con Dios (Yahweh) nos ayuda a vencer vicios, debilidades y complejos que lo habían llevado a oscuridad, frustraciones y cansancio; logró sepultar a Jacob y nació aquella persona concebida por Dios desde el vientre de su madre como una nación de Israel.