Conquistando la tierra prometida

Salmos 37:3

“Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad.”

Haga oídos sordos a los que dudan. Ignore a los pesimistas. La gente tiene el derecho de decir lo que quiera. Y usted tiene el derecho de ignorarla.

Cuando los doce espías se reportaron con Moisés de regreso, todos excepto Caleb y Josué estaban llenos de dudas (Números 13:26–33). Los superaban en número diez a dos, pero aun así creían en el poder de Dios. Tomemos nuestra inspiración de Caleb. Hagamos caso omiso de la incredulidad letal de los cínicos.

Cuando Moisés envió a Caleb a espiar la tierra, Caleb vio algo que lo perturbó: la ciudad de Hebrón. Abraham había enterrado a su esposa allí y él fue enterrado allí. Al igual que Isaac, Rebeca y Jacob.
Hebrón era un sitio sagrado, pero estaba habitado por personas poco santas. Así que Caleb le pidió a Moisés que le diera Hebrón.

Moisés le llevó la petición a Dios, y Caleb recibió la tierra. Cuarenta años después, a la edad de ochenta y cinco años, el viejo soldado expulsó al enemigo y reclamó la ciudad como suya.
Caleb quería hacer algo grande para Dios. Vivía con un llamado más alto. Usted puede hacerlo también. Pida su Hebrón.

 

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