Salmos 78:19
¿Y hablaron contra Dios, diciendo: ¿Podrá poner mesa en el desierto?
¿Podrá Dios? ¡Qué pregunta tan funesta! Excluyó a Israel de la tierra prometida. Y nosotros estamos en peligro de cometer el mismo error. ¿Podrá Dios encontrarme un trabajo o proveer alimento para mis hijos? ¿Podrá Dios guardarme de caer en ese pecado que me domina? ¿Podrá Dios sacarme de este lazo en que estoy enredado? Miramos las dificultades, las marejadas que se levantan y decimos: Si es que puedes hacer algo, ¡ayúdanos! Ellos dijeron: “¿Podrá Dios?” Eso ofendió a Dios profundamente. No vuelva a decir: “¿Podrá Dios?” Más bien diga: “¡Dios puede!” Eso aclarará muchos problemas. Lo ayudará a superar muchas dificultades en su vida.
No hay fuerza en la incredulidad.
¿Ha alcanzado la vida del pueblo de Dios el límite máximo de lo que Dios puede hacer por ellos? ¡Seguro que no! Dios tiene lugares nuevos y nuevos desarrollos y nuevos recursos. ¡Él puede hacer cosas nuevas, cosas inauditas, cosas secretas! Ensanchemos nuestro corazón y no lo limitemos. “Cuando, haciendo cosas terribles cuales nunca esperábamos, descendiste, fluyeron los montes delante de ti” (Isaías 64:3).
Debemos desear y creer. ¡Debemos pedir y esperar que Dios hará cosas inesperadas! porque de solo de Él fluyen los montes, sólo en Él hallamos nuestra roca y refugio, solo ante Él podemos encontrar soporte para nuestras pesadas cargas. Debemos establecer nuestra fe en un Dios de quien los hombres no saben lo que Él ha preparado para los que esperan en Él. El Dios hacedor de maravillas, debe ser el Dios de nuestra confianza.