Corregir es de sabios

Lucas 19:8

“Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado”

cuenta la historia de Zaqueo, aquel cobrador de impuestos, quien trepado en un árbol, observó y encontró a Jesús mientras pasaba por la ciudad de Jericó. Aquel encuentro le cambió la vida y despertó en el la vocación de cambio y de transformación que Dios demanda, cuando decidimos caminar junto a Él.

Zaqueo reconoció los errores que hasta ese momento había cometido en su trabajo como publicano, cobrando excesivas sumas de dinero superiores a las exigidas para quedarse con el dinero restante; ver a Jesús lo convirtió en dador y lo hizo humilde para reconocer su falla y devolver lo que había tomado

El ejemplo de Zaqueo puede estimularnos a experimentar la misma clase de cambio. No necesariamente ante una deuda financiera, sino ante una herida que hayamos infringido en el corazón de un hermano, ante una palabra dicha por error, ante una reacción airada.

La enseñanza de hoy no los recuerda: Nunca es tarde para pedir perdón, para resarcir un daño, para enmendar un error.

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