Ante la aflicción, el Señor no ignora nuestros sufrimientos, todo lo contrario: El conoce el dolor por el que pasamos y nos acompaña en la prueba, por lo que nos podemos regocijar y tener la confianza de saber, que Su promesa es la de librarnos, con una bendición o con una lección, pero siempre transformados a la imagen de la persona que quiere que seamos para gloria de Su reino.
Dios ve mi aflicción, conoce mis angustias y oye mi clamor. Él es mi esperanza en tiempos de prueba y mi roca fuerte en la que me sostengo, cuando todo parece perdido o cuando mis energías parecen agotarse.
Sé que todo obra para bien y en las dificultades que tenga que pasar habrá o un propósito o una bendición que El Señor me guardará dentro de sus planes y propósitos que son los perfectos y los más altos.
Por ello no decaeré en medio del problema y no temeré sino que permaneceré firme en el amor del Pastor misericordioso y justo que da la vida por sus ovejas; pues sin duda Él me librará.