Salmos 71:1-6
“En ti, oh Jehová, me he refugiado; No sea yo avergonzado jamás. Socórreme y líbrame en tu justicia; Inclina tu oído y sálvame. Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente. Tú has dado mandamiento para salvarme, Porque tú eres mi roca y mi fortaleza. Dios mío, líbrame de la mano del impío, De la mano del perverso y violento. Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza, Seguridad mía desde mi juventud. En ti he sido sustentado desde el vientre; De las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó; De ti será siempre mi alabanza”
Algunos días necesitamos refugio. Necesitamos una luz que nos guíe a puerto seguro; a un mejor lugar donde podamos nuevamente retomar las energías y fuerzas para continuar. Como dice el salmista, requerimos de: “una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente” y que nos permita ser socorridos y librados en Justicia.
No debemos buscar muy lejos porque una de las maravillosas cosas de Dios es que en nuestra fe, nos cuida por vocación y no por obligación. Es un padre misericordioso e incondicional que está para nosotros cuando incluso hemos podido olvidar estar para Él.
Hagamos como el salmista ante cualquier tormenta que enfrentemos. Como él clamaba al Señor: “eres mi esperanza, Seguridad mía desde mi juventud…De ti será siempre mi alabanza” clamemos nosotros también en oración, porque algo es seguro: cuando le pidas refugio, cuando le pidas que con su mano te levante, Él acudirá a ese llamado, Porque si hay que alguien cumple su promesa de no dejarnos y brindarnos su amor y paz cuando los necesitemos, ese es Dios.