Romanos 12:22-23
“¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado”.
Con demasiada frecuencia, la gente se entrega a la preocupación, producto del miedo, la incertidumbre o la ansiedad producida por una situación que nos afecta y escapa de nuestro control, sin reparar y darse cuenta de lo destructivo que ello puede ser en nuestra vida. Cuando llegas a la raíz de ellos, la preocupación es un pecado. Preocuparse por cierto no sale de la fe, y romanos 14:23 dice que: Y todo lo que no se hace por convicción es pecado.
La mayoría de las veces, la preocupación se basa en un pecado en particular: el egoísmo. Por lo general, cuando nos preocupamos, nos angustia cómo nuestros deseos egoístas no se están cumpliendo. Cuantos más deseos egoístas tengas, más tienes para preocuparte, y más complicada tu vida se volverá.
Dios quiere que simplemente nos centremos en servirle.
Es la voluntad de Dios que vivamos nuestras vidas libres de toda ansiedad y angustia. Él quiere que seamos libres para servirle sin estar tensos en diferentes direcciones (ver 1 Corintios 7:34). No debemos permitir que las preocupaciones de este mundo nos desvíen de Su propósito para nuestras vidas.
Ora para que Dios te ayude a reconocer y deshacerte de los deseos egoístas. Esto mantendrá tu vida simple y te ayudará a superar las preocupaciones. Entonces puedes seguir de todo corazón el gran plan de Dios para tu vida.