Josué 23:14
“Y he aquí que yo estoy para entrar hoy por el camino de toda la tierra; reconoced, pues, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, que no ha faltado una palabra de todas las buenas palabras que Jehová vuestro Dios había dicho de vosotros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas”
Josué había tomado el lugar de Moisés para conducir al pueblo de Israel a tierra prometida. Era una tarea ardua y en la que pensó no estaría capacitado. Sin embargo, fue él mismo, testimonio de la fidelidad de Dios y su sentido de cuidado al obtener del Señor la fortaleza necesaria para emprender tan difícil tarea.
Por ello, en el momento de su muerte y sabiendo que tendría una última oportunidad de alentar y dar esperanzas al pueblo de Israel en tamaña travesía, Josué decidió dejar una sencilla pero poderosa lección: Dios había mantenido su palabra, no había fallado en ninguna de las promesas durante el camino hacia la tierra que Él mismo les había prometido. Josué utilizó el pasado como prueba de lo que el futuro guardaría a todos aquellos que perseveraban en la voluntad de Dios y seguían sus mandatos
La lección de Josué tenía validez para el difícil viaje de los israelitas, pero también para nuestro caminar diario junto a Dios: Ante una circunstancia apremiante, ante una difícil tarea, en los momentos de dificultad y duda, procuremos mantenernos firmes en el Señor, porque mayor que las dificultades, serán los galardones que el Señor nos ha prometido.
Si por alguna razón tu confianza decae, ten siempre presente: las promesas hechas por el Señor son infalibles, y por ello, la victoria está garantizada. Como lo dicta la palabra: “Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? (Números 23:19)