Salmos 25:4-10
“Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame, Porque tú eres el Dios de mi salvación; En ti he esperado todo el día. Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus misericordias, Que son perpetúas. De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes; Conforme a tu misericordia acuérdate de mí, Por tu bondad, oh Jehová. Bueno y recto es Jehová; Por tanto, él enseñará a los pecadores el camino. Encaminará a los humildes por el juicio, Y enseñará a los mansos su carrera. Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad, Para los que guardan su pacto y sus testimonios”
En tiempos de cambio, cuando se introduce un nuevo esquema en nuestro estilo de vida: consiguiendo un nuevo trabajo, cambiando de ciudad, iniciando nuevas relaciones, amistades, conociendo a otras personas, es fácil sentirse abrumado con lo desconocido; con lo incierto.
Al pasar por esa situación, en mi caso, he perdido en ocasiones la dirección y he preguntado a Dios: ¿Qué Debería hacer? ¿Cuál será mi futuro? ¿A dónde llegaré? ¿Cambiaré con esta situación? En esos momentos he sido consciente de que requiero como cristiano practicar el discernimiento para hallar en Cristo las decisiones correctas.
El salmista en las escrituras de hoy nos enseña esas hermosas palabras de oración y clamado a nuestro Señor: Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame, Porque tú eres el Dios de mi salvación. Asimismo el salmista conoce el amor del Señor en su más pura esencia, sabe que puede confiar con toda su fe en las maneras de Dios y en su obrar para el bien.
Cuando enfrentemos momentos de incertidumbre y la dirección no se encuentre clara, recordemos las escrituras de hoy, pidamos al Señor que nos muestre su camino, y ante la puerta que Él abra, confiemos en que lo que ella nos depare, será la voluntad con la que Dios forjó para nosotros el verdadero sendero de su amor, misericordia y bien.