Números 11:14-15
“No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía. Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal”
Responder el llamado del Señor y recorrer su camino, nunca ha sido una tarea fácil; sin embargo, seguro hemos cosechado testimonios de las maravillosas bendiciones que nos han sido dadas en ese andar y hemos podido corroborar que junto a Dios no hay nada imposible.
Las escrituras de hoy nos entregan una prueba sólida de este hecho. Junto al Señor, Moisés consiguió lo que parecía inalcanzable: la libertad de su pueblo. A través de su guía Moisés condujo a sus hermanos durante 40 años a la tierra prometida, cuidando en ese recorrido las necesidades de cada individuo en cuerpo y alma.
Cuando Moisés se sintió abrumado por la enorme responsabilidad que aquella tarea implicaba, supo reconocer que a su lado, tenía en el Señor al mejor de los compañeros y que en Él podía encontrar la fortaleza para que sus hombros pudieran sobrellevar esa enorme carga. Así como Dios cumplió con proveer en lo material, también cumplió en proveer a Moisés en lo que él solicitaba: Alivio para un corazón fatigado por la gran empresa encomendada.