Cantares 5:2
“Yo dormía, pero mi corazón velaba.”
Desde tu espíritu debes aprender a formar cada elemento que Dios te ha entregado para recibir, albergar y ministrar su poder.
Entrena tu mente:
La mente se alimenta de las palabras. Pequeños elementos que conforman una idea. Qué luego crean un criterio. Para después ser un pensamiento. Y por último convertirse en una fortaleza mental.
Pablo nos exhorta a no dejar la mente libre, sino que hay que “Llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo” (2Cor 10:5)
Pero en Filipenses 4:8 indica los 7 filtros del pensamiento:
Pensamiento en lo verdadero
Pensamiento de los digno
Pensamiento de lo Justo
Pensamiento de lo puro
Pensamiento de lo amable
Pensamiento de lo honorable
Pensamiento de lo virtuoso
No dejes tu mente al libre comportamiento, alinea mente y conviértela en un centinela para recibir de Dios. Para que no te guíe sólo a los razonamientos y entendimiento, sino también a la fe y a las riquezas Espirituales.
Salomón dijo en Proverbios 13:3 “El que refrena su lengua protege su vida, pero el ligero de labios provoca su ruina”
Conviértete en un guarda de tus palabras
Santiago lo ilustra ampliamente en el capítulo 3 de su carta y describe su efecto como fuego impetuoso y destructivo, es un mundo de maldad.
No puedes dejar que tú instrumento de comunicación con Dios sea desenfrenado; con la boca adoras, oras, prédicas, profetizas, hablas con Dios, das consejos, exhortas, enseñas… Entonces ¡Ten cuidado con la boca! Entrénala para que produzca vida.
Cuando Salomón le atribuye la acción de “velar” se refiere a que tiene la capacidad de hacerlo y que para eso ha sido entrenado.
Pero si no lo entrenas, dormirás, Dios te visitará y nunca lo sabrás.
Estarás en el culto y jamás podrás sentir la Gloria.
Sonará la trompeta y jamás la oiremos.
Porque un corazón dormido no percibe ni discierne.
¡Qué vele tu corazón!
Entrénalo en el quebrantamiento, en la gratitud, en la humildad, en la oración y la santidad… Y empezarás a tener encuentros sobrenaturales.
Entrénalo para que oiga, vea, sienta y reciba las bendiciones que has orado.