Sumergidos para ser transformados

Relaxed woman reading a hard cover book at sunset sitting on a park bench

 

Ezequiel 47:5.

Midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado”

Muchos sentimos el amor de Dios hasta los tobillos, o hasta las rodillas, o hasta los hombros, pero no es sino hasta que el amor reforme los pensamientos, las actitudes y las palabras que podremos decir que realmente somos como Jesús.

Vemos a Cristianos hablando de “Gente tóxica”, de “Traidores”, de “Desleales”, y muchos otros términos que al final manifiestan el flagelo que hay en el corazón y del evangelio de la cruz.

El profeta fue probado en tres mil codos diferentes. Eran aproximadamente tres mil pasos distintos de avanzar, tres mil pasos de cambios y de reflexión, de manera que cada paso que daba, algo nuevo descubría que debía cambiar, porque eso hace la cercanía con el Trono de Dios, te transforma y revela tu condición original, no aquella que crees tener.

No es cuántos pasos se han dado en el marco de tiempo en el evangelio, sino pasos de real transformación y cambio.

Al profeta Ezequiel le tomó tres mil codos para hundir toda su carne en el Río que sale del trono.

Al Gran profeta Ezequiel le hacían falta 3000 codos para hundir su carne y ahogarla.

Oraba, profetizaba , predicaba y aún así estaba a muchos metros de distancia. Dios precisamente le trae la revelación, para que reconozca cuánto le falta y vaya más profundo, porque donde estaba no era suficiente para hundir su carne.

Me preguntó ¿Cuánto me faltará a mi?

Tal vez yo necesito diez mil o más, pero es hasta que la carne se hunda, es hasta que la carne se ahogue, es hasta que muera mi voluntad, es hasta que muera mi razonamiento, mi justicia, mi justificación, es hasta que muera la maldad del alma, es hasta que se derriben las fortalezas mentales de odio y rencillas, es hasta que aprenda a ver a mi hermano como Propósito de Dios y piense de él lo que Dios piensa, verlo como Dios lo ve y amarlo como Dios lo ama, es hasta que perdone lo imperdonable, es hasta que todo lo malo quede hundido en la Gracia, es hasta que ya no viva por el sistema del mundo y por la angustia de la economía, es hasta que ya no tenga ansiedad por el ahora, es hasta que los sentidos espirituales se mantengan vivos.

No solo hay que hundir los pies del Testimonio, hay que hundir el alma sentimental, el corazón odioso, la mente altiva, las palabras deshonestas, la actitud arrogante, los oídos mundanos, la vista vanidosa, la personalidad leudada, el carácter incompasivo, la conducta deformada, las manos maltratadoras, el lenguaje contrario a Jesús, el amor por uno mismo, el deseo carnal.

 

 

 

 

 

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