Génesis 23.1
“Fue la vida de Sara ciento veintisiete años; tantos fueron los años de la vida de Sara.”
Los ciclos comienzan y los ciclos terminan. Esto es necesario para que el hombre de fe no caiga en una rutina y en una autoindulgencia paralizante.
Dios siempre nos dará la oportunidad de iniciar nuevos viajes, y para poder embarcarnos en ellos, habrá que poner fin a otros. Génesis 23 trata este tema con delicadeza. Abraham se enfrenta a la muerte de su querida compañera Sara. Comienza un nuevo escenario y necesita un buen lugar para enterrarla.
Abraham pensó hasta entonces que no era querido en la sociedad donde se instaló. Pero le sorprenden varias muestras de afecto, condolencias y respeto por parte del pueblo hitita. La promesa hecha por Dios de que a través de él y de su descendencia las naciones serían bendecidas comienza a tomar forma.
Abraham es llamado el príncipe de Dios porque su presencia bendice a la comunidad. Los hechos narrados aquí preparan el final del ciclo de los patriarcas y abren el camino para que la Biblia se centre en la continuidad del propósito divino a través de Isaac y Jacob.
El Génesis 23 me enseña a estar dispuesto a concluir los ciclos que Dios ha dispuesto para mí. ¡Y estar abiertos a los nuevos viajes que surjan!