Apocalipsis 21:1-4
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más…Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”
La vida tiene muchos retos y algunos de ellos pueden durar muchos años. Uno de los problemas más difíciles de afrontar es el dolor físico y mental.
Cuando viajo por el mundo, me encuentro con innumerables hermanas que sufren y a menudo me siento impotente para ayudarlas en su sufrimiento.
Pero entonces Dios me recuerda todo lo que ha hecho por mí a lo largo de los muchos años que he estado sufriendo dolor físico y cómo me ha ayudado a tener alegría al enfrentar este desafío.
Dios nos promete que un día enjugará toda lágrima. Llegará el día en que no habrá más dolor. Llegará el momento en que todos nuestros días de sufrimiento y lágrimas pasen para siempre.
El dolor, físico o emocional, es una parte cotidiana de nuestra vida. Sea lo que sea en tu vida, confía en el conocimiento de que es temporal. Un día se acabará.
Y es que descansar en las promesas eternas de vida verdadera que sólo nuestro Padre Celestial puede brindarnos, es el remedio que sana cualquier dolor, el amor que cura cualquier herida, la esperanza que nos rescata del vacío del sufrimiento.