Romanos 7:18
“Y yo sé que en mí, esto es, EN MI CARNE NO HAY NADA BUENO; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.”
LA CARNE DEBE MORIR
La carne no debe estar en prisión o subyugada, debe ser ahogada en un río profundo de santidad, con corrientes de Pureza e integridad. La carne no sabe cómo resistir a un río vivo de JUSTICIA.
Ante obras infructuosas hay que venir con obras rectas.
Hay que REFORMAR la forma de vivir.
Hay que CAMBIAR radicalmente de hábitos.
Hay que NACER a la vida de obediencia del Espíritu.
Hay que AUTODISCIPLINARSE cada día.
Cada vez que no quieres orar, leer la biblia, predicar y cumplir con los principios es cuando más debes hacerlo, porque es un indicativo de que la carne está tomando fuerzas dentro de ti hasta lograr controlar tus decisiones.
LA CARNE NO PUEDE ENTRAR AL CIELO
La carne ama este mundo, pero el Espíritu ama el cielo. No podemos educar a la carne a que ame el cielo porque sabe que ella está condenada a morir. Pablo dijo: “Haces morir en nosotros lo terrenal”
Ella no tiene acceso al cielo y ha sido rechazada por Dios desde el principio. Por eso su deseo es envolvernos en los placeres de la sodomía.
Aquí ella impera y gobierna desde los deseos, desde la concupiscencia, desde la vanidad, desde la moda, desde las riquezas deshonestas, desde el engaño, desde la corrupción; todos están subsumidos en ella, menos los que hemos sido llamados a vivir en el Espíritu.
Al cielo entran los que han MUERTO a la carne y sus deseos.