1 Samuel 22:2
“Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres.”
Las enseñanzas que se aprenden del dolor y la aflicción quedan grabadas en el alma y muchas veces en la piel.
Hay muchas maneras de aprender, pero cuando la enseñanza te cuesta lágrimas y va ligada al fracaso de una perdida o mala experiencia de vida, es difícil ignorarla.
David no la tuvo fácil desde su ungimiento. Ninguna otra unción provocó tanto revuelo en el mundo espiritual como la de David. Pero David convirtió cada episodio de su Vida en un Arma de Crecimiento.
David no tenía en sus planes enseñar a Adulam, él se fue allí a morirse. Cómo tampoco Elías se fue a Horeb a recibir nuevas unciones. Ni Moisés se fue al desierto a buscar una identidad de libertador. Ni Jacob se fue a Peniel pensando que iba a luchar con el ángel de Jehová. ¡NO!
Ellos se fueron derrotados por la vida, sin esperanzas de nada.
PERO DIOS TENÍA OTROS PLANES
Saúl estaba enseñando desde el palacio pero sin respaldo porque Dios se había apartado de él.
David estaba parado en su dolor, pero quebrantado.
Quien enseña desde el quebranto, el arrepentimiento, el reconocimiento y la rendición, entonces Forja un Espíritu de Grandeza.
David se hizo de un ejército desde su dolor, rehabilitó hombres útiles a la sociedad y al Reino, les regresó buenos esposos y padres a su familia y desarrolló todas sus habilidades desde su desierto, su proceso y su quebranto.
Aún en la Cruz Cristo salvó.
Aún en la escasez la viuda dió.
Aún en el desierto Jacob ofrendó.
Aún en el dolor Esteban vió la Gloria.
Aún en la traición Jesús amó.
Aún en la Cueva de su proceso más difícil David hizo algo poderoso y no fue desde una posición Glorificada, fue desde Adulam.