Santiago 1:12
“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.”
A veces la vida transcurre sin problemas, prácticamente sin problemas irresolubles, o sólo con unos pocos desafíos. Otras veces, las dificultades, como las heladas, son frecuentes e incesantes. El repaso de los mismos parece interminable.
Nuestras reservas emocionales, físicas y psicológicas parecen llegar a su límite. A veces nos preguntamos por qué Dios permite estos desafíos. Tal vez incluso cuestionemos su amor.
En esos momentos, es fácil albergar resentimiento, echar la culpa a los demás e ignorar lo que podría ayudarnos. Pero recuerda que la Palabra de Dios dice que «todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios» (Romanos 8:28).
Es importante mirar nuestras dificultades con objetividad, a la luz de este versículo. No, los juicios no son agradables. De hecho, son absolutamente terribles. Pero cuando dejamos de lado la actitud de pobre de mí y observamos el panorama completo, a menudo descubrimos que hay influencias que actúan para bien. Las pruebas ofrecen oportunidades para aprender y crecer como ninguna otra.
Recordar que Dios nos ama más de lo que podemos imaginar nos ayuda a saber que Él puede convertir incluso las cosas malas que nos suceden en algo bueno. Es en momentos como éste cuando necesitamos aferrarnos a Dios mediante la oración. Hablar con Él como nuestro mejor amigo y estudiar su Palabra.