Colosenses 3:12
“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia.”
Señor, que, tanto con tu ejemplo como con tu precepto, nos instruiste a ser mansos y humildes, dame la gracia de imitar tu mansedumbre y humildad durante toda mi vida, en cada pensamiento, palabra y obra. Aparta en mí todo el cuerpo de la soberbia. Guíame siempre Padre para que no busque nada, que no reclame nada; y que pase por todas las circunstancias de la vida, sin buscar mi propia gloria, sino mirando enteramente hacia ti, y actuando enteramente para ti.
Que no diga nunca ninguna palabra que tienda a mi propia alabanza, a no ser que el bien de mi prójimo lo requiera; e incluso entonces que tenga cuidado, no sea que, por curar a otro, hiera mi propia alma. Que mis oídos y mi corazón estén siempre cerrados a las alabanzas que vienen de los hombres.
Haz que tema los aplausos, cualquiera que sea la forma y la lengua en que se produzcan. Libra mi alma de esta trampa del enemigo; ni permitas que la extienda a los pies de los demás. Amen.