Marcos 4:35-41
- “Levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?”
A veces, como aquellos discípulos, podemos tener la sensación de que en un momento dado El Señor ha obviado nuestra realidad. Podemos sentir que sus respuestas han demorado. Sin embargo, en ese instante olvidamos que el cuidado de Dios por nosotros va mucho más allá de lo que podemos, concebir, medir o ver.
El Señor, nunca nos dará cargas que no podamos soportar. No obstante, sus pruebas serán el medio por el que fortaleceremos nuestro carácter y nuestra fe.
A pesar de que la realidad en cierto momento puedo golpearnos con la idea de que nos encontramos solos, recordemos siempre esa gran verdad que se nos otorga a través de la palabra: dejar en manos de Dios todas nuestras cargas, porque Él con su guía incondicional vela siempre por nosotros “echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5.7