Ezequiel 36:26
“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.”
Cuando nos acercamos a Dios en la mayoría de los casos nuestro corazón está dolido, quebrantado, y necesita ser sanado. Por eso acudir al Padre es la mejo elección. Dios tiene el poder para restaurarnos, sanar nuestro corazón y cambiar el dolor por gozo.
Las personas que han herido nuestro corazón a lo largo de la vida suelen arraigarse en el alma en dolorosas raíces de amargura que se van formando, pero con Dios dejamos todo ese peso atrás y seguimos avanzando en libertad y plenitud sin deudas ni deudores.
Oración:
Señor Jesús, gracias por darme un corazón nuevo, gracias por estar presente en mi vida aun cuando ni siquiera te buscaba. Bendito sea tu poder sanador y restaurador que ha traido la paz a mi corazón. Lléname cada día de tu presencia y no permitas nunca que me separe de tu protección. Amén.