Isaías 57:15
“Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.”
Por lo general, sé muy bien cómo acudir a Dios en busca de fuerza, gracia y guía cuando llega una crisis. Son las pequeñas cosas las que me preocupan, esas veces en las que mis planes se estropean. Es en esos momentos cuando necesito volver a aprender a confiar en Dios. Es difícil para mí porque eso significa que tengo que dejar de planificar.
Cuando miro hacia atrás, me acuerdo de las muchas veces que mis planes parecían fracasar. Ahora veo que la gracia de Dios estaba justo a mi lado, disponible para mí, cada minuto, pero a veces no me extendía para recibirla. Para tener las manos libres para recibir la gracia de Dios, tengo que estar dispuesto a soltar aquello que ocupe el lugar que a ella pertenece.
¿Cuándo te resulta más fácil acudir a Dios: cuando te enfrentas a una gran crisis o cuando te enfrentas a las pequeñas cosas de la vida cotidiana? ¿Por qué crees que es así?
Piensa en un momento en el que los planes que habías hecho cuidadosamente parecían desmoronarse. ¿De qué manera tuviste la gracia de Dios a tu disposición en esa situación?