1 Reyes 18:37-38
“Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos. Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja.”
Si hay algo en el cielo que se asemeje a una representación de la forma en que Dios vuelve el corazón a sus siervos, innumerables cristianos querrán observar el momento en que Elías dio la señal y el fuego de Dios cayó y consumió el sacrificio empapado.
Elías había demostrado que era imposible prenderle fuego al sacrificio excepto por un milagro de Dios. Un milagro era lo que esperaba que Dios hiciera, lo que contrasta con las horas de súplicas hechas por los adoradores de Baal, al que le pidieron que encendiera el fuego bajo el sacrificio que ellos proveyeron.
Años antes, Moisés había advertido al pueblo que Dios es un Dios celoso; es un fuego consumidor, (Deut. 4:24). Dios no revela toda su gloria porque sabe que sería demasiado para nosotros. Por eso, al dar a conocer su presencia, sus primeras palabras siempre eran: No tengas miedo. Cuando fue una prueba para los adoradores de Baal, Dios permitió que sus actos anunciaran: ¡Tengan miedo! Dios y su fuego consumidor están aquí!.
Al orar, ¿esperas que Dios haga algo porque eres consciente de lo que es capaz de hacer? ¿O a veces caes en la duda de pensar que tu clamor no será escuchado? Si has respondido afirmativamente a la última pregunta, pídele a Dios que te dé un corazón lleno de fe y esperanza por las grandes cosas que hará en respuesta a tus oraciones; un corazón que no olvide las verdades de su Palabra, una de ellas es que El Señor No dejará para siempre caído al justo. (Salmos 55:22).