Vivir en comunión con Dios

Juan 15:4

“Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.”

La ilustración es simple pero poderosa: haciendo una paráfrasis, Jesús dijo: Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador. Corta todas las ramas que no producen. Y limpia las ramas que dan fruto, para que produzcan aún más. Te ha cuidado y limpiado, para que tengas más fuerza y utilidad, por las órdenes que te he dado. Mantente firme en mí y déjame vivir en ti. No podéis producir sin mí» (Juan 15:1-4).

Resulta que vivir en íntima comunión con Cristo requiere de nosotros mucho más que el aprendizaje de las Escrituras. El aprendizaje de la Biblia no es difícil comparado con el  vivir en el espíritu de la Palabra, lo cual se requiere una actitud de íntima dependencia y comunión con el Señor.

La Biblia y la oración: estos son los dos remos de la barca de nuestra vida cristiana. La Biblia debe ser leída con el espíritu de oración que depende del Señor. La oración debe practicarse de acuerdo con las enseñanzas y recomendaciones de la revelación bíblica. Por lo tanto, es bueno no olvidar nunca que somos ramas. Y como somos ramas, nuestra savia espiritual depende del tronco, que es Cristo.

 

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