Juan 10:11
“Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.”
Esta es una declaración clásica del Señor Jesús sobre su persona y su misión. La Biblia es rica en ejemplos en los que se compara al hombre con las ovejas para destacar su fragilidad y dependencia, mientras que Dios se presenta en la figura del pastor.
El Salmo 23 es otro texto conocido mundialmente por traer esta misma analogía, aparece en películas y ha ganado la vida cotidiana popular siendo citado como oración o incluso como canción. La declaración de Jesús en nuestro versículo de hoy tiene el mismo énfasis y conlleva la misma consistencia teológica.
Jesús es el buen pastor, el único completo, único, suficiente y salvador. Su actitud, más tarde en el Calvario, completaría y unificaría esta afirmación hecha aquí por Jesús; ofreció su vida para acercarnos y reconciliarnos con Dios.
Los pastores deben mirar a Jesús, hablar de Él y de todo lo que quiere ofrecer al hombre. Pero sólo Jesús es el Buen Pastor, no hay nadie comparable a Él en este mundo.
Este Buen Pastor quiere dirigir nuestras vidas y ya ha dado pruebas de su voluntad de hacerlo; a cada uno de nosotros le corresponde experimentar esta oferta y vivir bajo su dependencia aceptando la oferta de vivir bajo su cuidado y su guía.