Las Bienaventuranzas de la humildad

Mateo 18:1-5

“En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe” 

La humildad nos permite dejar de lado el orgullo para perdonar a los que nos han hecho daño y reconocer cuando nosotros hemos sido los que hemos afectado a otros. Además nos ayuda a servir de manera más efectiva, porque nos da la sensatez para reconocer nuestras fortalezas y debilidades y poder así saber cuál es la mejor forma de ayudar a aquellos que nos rodean.

Es por ello que en las escrituras de hoy, cuando los discípulos preguntaron a Jesús, quien era el mayor en el reino de los Cielos, Él respondió, que era aquel que hubiera cultivado la mayor humildad. Poniendo a un niño en medio de ellos dijo: “Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos” (Mateo 18:4).

Jesús invitaba a sus discípulos a mantener un espíritu manso, sumiso y humilde. Aquel espíritu que te hace digno de Dios y que se expresa a su vez en la sencillez, inocencia y capacidad de perdón semejantes a las de un niño.

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