Salmos 19:3
“No hay lenguaje, ni palabras, Ni es oída su voz.”
David sigue enalteciendo a Dios por su creación y por su provisión para los que le desean; nos hace ver que una de las formas más completas de relacionarnos es en el lenguaje, en la forma de hacernos entender y comprender a las personas con las que nos relacionamos.
Pero David nos dice que tenemos que utilizar esa capacidad nuestra para dirigir el reconocimiento a Dios por todo lo que somos y tenemos.
Si reconocemos que toda la creación, su belleza, su grandeza, viene del Señor, nuestros labios tienen que anunciarlo.
Hacer una declaración de este tipo es mucho más que utilizar unas cuantas expresiones automáticas, como “que Dios te bendiga”, “gracias a Dios”, “si Dios quiere”. Hablar de las cosas de Dios es expresar algo que sale del corazón, pues es el fruto de la escucha de Dios.
Para utilizar el lenguaje adecuadamente en nuestra exaltación de Dios, es necesario escuchar su voz; esto nos hará mejores oyentes y adoradores sinceros.