2 Crónicas 32:7-8
“Esforzaos y animaos; no temáis, ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda la multitud que con él viene; porque más hay con nosotros que con él. Con él es el brazo de carne, más con nosotros está el SEÑOR, nuestro Dios, para ayudarnos, y pelear nuestras batallas. Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías rey de Judá”.
Con estas palabras, el rey Ezequías animó a su pueblo. No eran simples palabras de aliento, sino verdades imbuidas de una profunda certeza.
No importa el tamaño de nuestro problema. No importa cuán numerosa es la multitud que necesitemos enfrentar. No tengamos miedo, pues con nosotros está el Señor, nuestro Dios.
No solo para ayudarnos, sino para combatir nuestras guerras y demostrarnos que no estamos solos.
Tenemos una gran razón para ser fuertes y valientes, pues hay Alguien con nosotros mayor que todos nuestros problemas, que todos los adversarios. Ellos cuentan solo con su propia fuerza.
La fuerza del hombre tiene límites, la fuerza del mal también es limitada, pero la fuerza de Dios, que está adentro de nosotros, no tiene límites.
Cuando ejercemos la fe y Dios hace Su parte, no existen barreras, no existen límites. Esa fuerza ya está dentro de nosotros. Tengamos siempre presente este versículo, cuando sintamos que no tenemos fuerzas o estemos desanimados, Dios siempre estará a nuestro lado para darnos nuevas fuerzas.