Efesios 4:22-24
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.”
Una de las lecciones más importantes que nos brinda la palabra de Dios es que Él tiene un plan para nuestras vidas, un propósito que nos ha llamado a alcanzar. De ella deriva una segunda lección, también vital que muchas veces pasamos por alto: como cumplir ese plan.
El Señor nos llama a una transformación, a un crecimiento en carácter y en espíritu, que es complejo y no se dará de la noche a la mañana.
De allí que la segunda lección que también nos enseña es aproximarnos a ese cambio de forma gradual, es decir, un paso a la vez. Dios sabe que no se trata de la cantidad, sino de la calidad, y que un paso bien tomado en serenidad y sabiduría, será mejor que dos avanzados a gran velocidad.
Así como El Señor llevo al pueblo de Israel a tomar las naciones de forma gradual (Deuteronomio 7:22), así como Jesús instruía a paso constante, pero sin apuros, a cada uno de sus discípulos (Mateo 13:34), de esa forma somos llamados a despojar el viejo hombre viciado y renovar en el señor nuestra mente y espíritu, teniendo como armas, nuestra confianza y fe en Él, para llegar en cada paso dado, al próximo nivel.
No será un proceso fácil, porque todo crecimiento involucra cambio y todo cambio lleva a su vez, miedo e incertidumbre. Sin embargo tenemos en cada día una nueva oportunidad, para avanzar y cultivar ese carácter que El Señor desea en nosotros.
Recuerda que el carácter es la suma de todos nuestros hábitos y que la única forma de desarrollar esos hábitos que honren al Señor, es practicando tanto en nuestras palabras como en nuestras acciones, esos rasgos. Como indica el Apóstol Pablo a Timoteo en 1 Timoteo 4:15: “Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos”
Ocupémonos cada día de avanzar, con pasos de calidad al crecimiento en carácter y la renovación de espíritu que son dignos del Señor, aceptando su guía y obedeciendo su palabra. Haz tu parte y deja a Dios el resultado, Él es el único responsable de ensanchar tus veredas; solo tienes que estar preparado para cuando llegue ese momento.