Fuimos llamados a dar frutos

Isaías 61:3

“A ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.”

Nuestra vida en fe hacia Cristo sigue el proceso de desarrollo de cada planta en él. Conforme florecemos, crecemos y damos frutos, somos llamados a glorificar a Dios. Pero: ¿Cómo lo hacemos? Isaías nos da la respuesta diciéndonos que somos reformados, restaurados y renovados.

Así como el cultivo requiere del ambiente correcto, en el tiempo correcto, nosotros como cristianos también. Podemos cultivar ese ambiente a través del estudio de la palabra, el acercamiento al Señor mediante la oración, ayudando en nuestra iglesia y en comunión fraternal con cada uno de nuestros hermanos.

Podemos reconstruir ese patrón de restauración y renovación del que nos habla Isaías, con pasos pequeños, que luego se harán más grandes y sólidos.

Somos llamados a glorificar a Dios y a mostrar a otros mediante nuestro obrar, esa gloria. En cualquier lugar y momento, en el trabajo, en la escuela, en la familia, debemos ser capaces de rendir los maravillosos frutos a los que nos llama el Señor: Amor, compasión y reconciliación.

 

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