Entrando en el reposo del Señor

Salmos 23:2

“En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará.“

Después de declarar que el Señor cuidaría de él en todas sus necesidades, el salmista describe ahora cómo Dios lo materializa; lo conduce a un lugar donde hay alimentos frescos y agua para su sustento.

 A menudo pensamos que nuestras necesidades son mucho mayores que la comida y el agua, ¡es algo extremadamente lógico! Pero la visión del salmista contempla estos elementos como los necesarios, es decir, abarcan todas nuestras necesidades.

Ese lugar que el salmista construye, esta rebosado de delicados pastos, pero que son delicados no por la frescura o calidad de su hierba sino por ser aposento de la presencia de Dios. En tal lugar, aguas de reposo se erigen al pie de la tierra evocando un río, un arroyo un manantial o un lago, mostrando a su vez, la maravilla de la gracia divina expresada en la creación natural. En ese contexto, El Buen Pastor conduce a sus ovejas junto a aguas de reposo para prepararlas a afrontar las dificultades del camino.

Dios concede momentos de refrigerio para que el ser humano sea capaz de afrontar las duras batallas de la vida cotidiana. Las ovejas tienen miedo del agua corriente, por lo que el pastor las lleva a aguas tranquilas (o les prepara aguas tranquilas).

El Señor no está desatento a nuestras exigencias, sean las que sean. En su cuidado por nosotros, Él minuciosamente observa, separa y entrega todo lo que necesitamos. Depende de nosotros reconocer y agradecer lo que hemos recibido.

Y Él se encuentra atento y dispuesto a bendecirnos con su presencia, cuando lo busquemos en oración, para escucharnos en nuestro clamor y dar cuenta dentro de su voluntad a las cosas que anhelamos… ¡habla con Él!

 

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