2 Corintios 3:18
“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”
Cuando Moisés subía al monte Sinaí a recibir instrucciones de Yahveh, dice la escritura que cuando descendía su rostro brillaba como resultado de haber estado expuesto a la gloria de Dios.
Aunque él no lo manifestara, todos podían notar que había estado en la presencia de Dios, sin necesidad siquiera de que Moisés hablara.
Así mismo pasa en la vida del creyente, cuando decide tomar la mano de Dios y caminar por sus sendas rectas permaneciendo en su presencia, la esencia de su vida comienza a ser transformada, su corazón cambia, se renueva, se sana y permanece limpio.
Eso y muchas cosas más pueden hacer la gloria de Dios en la vida de las personas, va a depender de las necesidades de cada uno, pero sin duda lo que experimentaran en manos del creador es incomparable a cualquier otra experiencia espiritual o natural que pueden tener.
El Espíritu de Dios esta anhelando que le permitamos estar en nosotros y nosotros en El. Dios no rechaza el clamor de un alma que le necesite.