Espera en Dios

Salmos 62:5-7

“Alma mía, en Dios solamente reposa, Porque de él es mi esperanza. El solamente es mi roca y mi salvación. Es mi refugio, no resbalaré. En Dios está mi salvación y mi gloria; En Dios está mi roca fuerte, y mi refugio.”

La vida puede presentarnos momentos abrumadores en los que nos atrincheramos, atormentamos y podemos sentirnos en un callejón sin salida. Pensamos que nuestra liberación, será imposible, que la victoria no es una opción para nosotros. Los problemas parecen gigantescos y nos vemos a nosotros mismos como demasiado pequeños para resolverlos.

En estos momentos de crisis profunda, es cuando la duda puede también tendernos la trampa de disminuir nuestra fe y hacernos olvidar la grandeza del poder de Dios y de sus planes de bendición para cada uno de los que han decidido seguirle y servirle.

El versículo de hoy es un clamor de David en la más avasallante de las angustias, ante la persecución de la que fue víctima por parte de Saúl, las feroces amenazas de otros oponentes e incluso el hecho de haber sido atacado por su propio hijo Absalón, que quería quitarle la vida y tomar su trono. Y es entonces cuando el clamor de David nos responde: ¿Qué hacer en esas situaciones de profunda dificultad?

David nos enseña a hablar con nuestra propia alma, a esperar en Dios, aunque las palabras ya no salgan de nuestros labios. A refugiarnos en la paz de la oración pero sumidos en el silencio, sin hablar, sin discutir, sin decir nada, sino en profunda reflexión desde nuestro corazón hacia los oídos del Señor.

Tengamos siempre presente que Dios es nuestra esperanza; es el contenido y la fuente de toda esperanza. Todos los que esperan en Él nunca serán derrumbados. Todo aquel que confíe en Su carácter, Su palabra y Sus promesas, triunfará.

No te desesperes, espera en Dios.

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