La fe es certeza y convicción

 

Hebreos 11:1

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”

La fe cristiana no es un sentimiento difuso, vago e inseguro. La fe cristiana no es una fe ciega, que se tambalea en casualidades y se lanza a un mar de incertidumbre, plagado de dudas. Por el contrario, La fe cristiana tiene los ojos bien abiertos. Su objetivo es el propio Dios. La fe no es un salto en la oscuridad, sino una entrega consciente en los brazos del Dios omnipotente, para el que nada es imposible.

La fe es certeza y convicción. La fe es la certeza de las cosas y la convicción de los hechos. No hay nada subjetivo aquí. La certeza y la convicción son concepciones fuertemente racionales y objetivas. Las cosas y los hechos son realidades concretas y verificables. Por lo tanto, la verdadera fe no flota en el mar de la nada, sino que camina firme y decididamente sobre la base sólida de la verdad. La fe no camina por el sendero resbaladizo del racionalismo humano, sino por los senderos rectos de la revelación divina.

La fe no duda ni vacila. Su oxígeno es la certeza. Su esencia es la convicción. La fe ve más allá de los ojos. La fe sabe más allá de la razón. La fe toca lo que está más allá del alcance de las manos. La fe se apropia de lo que es imposible para los hombres. La fe es el combustible de los creyentes, que son salvos por la fe, viven por la fe y ganan por la fe.

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