Apocalipsis 1:8
“Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso. “
El libro del Apocalipsis, que es un canto de consuelo para los cristianos del primer siglo, recoge la revelación de Dios a Juan, su apóstol del amor. Lejos de ser una narración de hechos extraños e inexplicables a los ojos del ser humano, este libro lleva un mensaje de confianza y sustento.
Dentro de esta perspectiva, Yahshua reafirma algo que siempre ha dejado claro en sus predicaciones, mensajes y declaraciones: Él es Dios. Por lo tanto, encontramos aquí la reafirmación de esta condición. Las dos letras griegas -Alfa y Omega- una, la primera, y la otra, la última, del alfabeto griego, representan la persona de Dios y su eternidad.
En su declaración, el Señor no limita el tiempo citando el principio y el fin; al contrario, determina que su existencia es mayor que lo que humanamente no podemos definir, por lo que somos los hombres los que ponemos límites y atribuimos finitud a las cosas que conocemos.
Yahshua es más grande que todo, sin límites ni barreras, no puede ser medido ni contenido. Lo único que le impide actuar es nuestra propia voluntad, (ver Apocalipsis 3:20) somos nosotros los que lo limitamos en nosotros mismos.