2 Samuel 22:28-29
“Porque tú salvas al pueblo afligido, Mas tus ojos están sobre los altivos para abatirlos. Tú eres mi lámpara, oh Yahveh; mi Dios alumbrará mis tinieblas…En cuanto a Dios, perfecto es su camino, Y acrisolada la palabra de Yahveh. Escudo es a todos los que en él esperan.”
Hay momentos en que el creyente necesita quedarse inmóvil, cuando nuestra única seguridad consiste en no hacer nada. La voz de nuestro Dios Salvador se oye en muchas dificultades similares a la del mar Rojo: “Estad quietos, y ved la salvación del Señor.” Es difícil “quedarse quieto” en la presencia de fuerzas enemigas. Yahveh es el Dios viviente. Las nubes y las tormentas están debajo de sus pies y su trono permanece inconmovible.
“¿Estoy en la oscuridad? Es una de las preguntas que suelen surgir. Entonces tú, oh Señor, “alumbrarás mis tinieblas.” Dentro de poco las cosas cambiarán, Tal vez las cosas se empeoren y se tornen más sombríos y las nubes se amontonen una tras otra; pero si llega a haber tanta oscuridad que no pueda ver mi propia mano, aun así veré la mano del Señor.”
Cuando no puedo encontrar una luz dentro de mí, ni entre mis amigos, ni en todo el mundo, el Señor que dijo “Sea la luz” y fue la luz, puede volver a decir lo mismo. Por su palabra me llevará a la luz. El día ya está amaneciendo. Este precioso versículo brilla como la estrella de la mañana: “Tú eres mi lámpara, oh Yahveh; mi Dios alumbrará mis tinieblas.”