Marcos 10.46-50
“Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. Y oyendo que era Yahshua nazareno, comenzó a dar voces y a decir: !!Yahshua, Hijo de David, ten misericordia de mí! y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: !!Hijo de David, ten misericordia de mí! Entonces Yahshua, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Yahshua.”
Bartimeo era ciego, pero escucho un gran ruido y le dijeron que se trataba de Yahshua, el comenzó a llamarlo a gritos y Yahshua se detuvo y tuvo un encuentro con él, de inmediato Bartimeo dejo de ser un mendigo de la calle y ciego para comenzar una nueva vida.
Un encuentro con el Dios vivo basta para que todo se transforme sin importar las crisis que se estaban viviendo y cuanto tiempo se había padecido, sin embargo es importante acercarse a Dios sin incredulidad creyendo en sus promesas.
Los grandes milagros que hizo Yahshua en la palabra se derivaron de hombres y mujeres que creyeron que Dios podía hacer algo diferente en sus vidas o en la de alguien más.
Salmos 34.18
El Señor está cerca de los quebrantados de Corazón, y salva a los de Espíritu Abatido