El Eterno conoce nuestra naturaleza, desde el huerto del Edén, donde debido al pecado y a la influencia del enemigo se originó la separación entre Él y el hombre, a causa de la deslealtad e infidelidad, es por ello que, *siempre* nos estará recordando sus proezas, hazañas y maravillas a través de alguien.
Las fiestas encomendadas por el Eterno en su palabra no solo son celebraciones, sino también un recordatorio para mantenernos conectados con la historia y profecías, así como los tzit-tzit son un recordatorio obligatorio de un mandamiento, de manera que no podemos tomar el llamado a la ligera.
No se puede ser emocionalista, un día animado a cumplir el llamado y otro día queriendo dejarlo todo, debemos tanto en los tiempos buenos como en los no tan buenos cumplir con ese compromiso adquirido el día en que escogimos servir a YAHWEH y no a dioses extraños, seamos ese pueblo entendido que no olvida que fuimos liberados de la esclavitud y cumplamos con Su bendita palabra como señal de pacto con nuestro Dios.