Salmos 19:11-12
Tu siervo es además amonestado con ellos; En guardarlos hay grande galardón. ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos.
En los versos de hoy, vemos que el salmista adopta una postura de sumisión y dependiente hacia Dios; se presenta como alguien que ha buscado, leído y aplicado los preceptos del Señor en su propia vida, no sólo habla para que otros vivan. El hombre y siervo ha vivido, y ahora da testimonio de manera impactante.
La lectura y aplicación de la Palabra de Dios lleva al hombre a una profunda reflexión, independientemente de una profesión de fe o de un distanciamiento declarado; nos lleva a mirar dentro de nosotros mismos y a ver todo lo que hay dentro. Esto es porque está vivo y representa la mirada de Dios, significa que nos miramos con los ojos del Señor.
Cumplir con estos preceptos nos trae la recompensa de la sabiduría, que nos hará estar alerta y escapar de otros momentos agudos de la vida. Esto es lo que hizo el salmista, miró hacia dentro, se dio cuenta de que las cosas que había no podían estar ocultas ante Dios, pidió ayuda, y fue limpiado y sostenido.
Hay cosas que nos empeñamos en guardar en nuestro interior y no exponerlas a nadie… pero no hay manera de ocultarlas a Dios