Salmos 34:6
“Este pobre clamó, y le oyó Yahveh, Y lo libró de todas sus angustias. “
¡Alabar a Dios es ante todo una actitud de total rendición! No es posible vivir una expresión de alabanza sincera sin una dependencia capaz de hacernos descansar en el Señor todas las circunstancias de la vida. Alabar es decir con el corazón que todo lo que deseamos será sometido a la dirección de Dios.
Es importante reconocer que esta condición de rendición total no es fácil de lograr, porque se encuentra (choca) con nuestra naturaleza de tratar de resolver las cosas sin interferencias externas. Esta condición está muy presente cuando nos enfrentamos a situaciones agudas y nos invade el miedo; entonces nos dirigimos al Señor, casi como una última esperanza.
El versículo de hoy revela a un siervo que fue capaz de reconocer su propia condición de fragilidad espiritual y se dirigió al Señor para una solución inmediata y completa; se dio cuenta de que no había nada más que hacer desde el punto de vista de sus capacidades humanas, y se declaró “pobre”.
Dios no es insensible a nuestro clamor y siempre espera que nuestra actitud lo incluya en las situaciones que vivimos; aunque ayuda a todos los que piden su ayuda, reconoce un corazón roto y dispuesto a cambiar. En la declaración del salmista, vemos su reconocimiento de la acción directa de Dios al liberarle de su angustia.
Alabar a Dios es mucho más que buscarlo en su angustia; es saber que está presente a nuestro lado, listo para actuar en cualquier circunstancia y por eso la importancia de una actitud de constante agradecimiento y alegría.