Hechos 24:16
“Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres.”
“Deje que su conciencia sea su guía”. Esta pizca de saber popular parece tener sentido, ya que nuestra conciencia está hecha para ayudarnos a discernir el bien del mal. Sin embargo, no se puede confiar siempre en el radar interno como guía; ése es el caso de los no creyentes, que no tienen el Espíritu Santo para que les indique la verdad y les guíe a tomar decisiones atinadas.
Y aunque los cristianos tenemos al Espíritu de Dios morando en nosotros, debemos tener cuidado de no albergar pecado, ya que esto puede interferir con la manera de funcionar del sensor de nuestra moralidad.
Una conciencia digna de confianza es la programada con enseñanza bíblica. Los creyentes construyen un sistema de radar espiritual firme y sensible al aplicar la verdad de Dios a sus vidas. Toman la resolución de pensar y actuar de maneras que honran y agradan al Señor. Entonces, cuando aparezcan pensamientos o alternativas pecaminosas en ese radar, éste enviará una advertencia clara.
La persona con una conciencia confiable tiene el deseo sincero de obedecer a Dios. No se conforma con lo que parecer estar o verse bien, sino que busca la voluntad del Señor. Es decir, no se basa únicamente en su conciencia, sino que incorpora todas las herramientas del Espíritu Santo a su vida diaria: la Biblia y la oración.
La conciencia no es nuestra guía; es una herramienta del Guía. El Espíritu Santo no solo nos convence de pecado, sino que también trae a la mente los principios divinos, y nos lleva por el camino recto. Él usa diversos instrumentos para conformarnos a la semejanza de Yahshua (Ro 8.29).