Isaías 40:10
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”
Un creyente es cautivo del temor si decide serlo. Algunas personas organizan su vida (o al menos partes de ella) evitando ideas o situaciones que les producen ansiedad. Pero los cristianos no debemos vivir en esa esclavitud, porque la confianza en Dios es la clave para estar libres de ataduras.
En algún momento u otro, la inquietud entra en la vida de todo creyente, pero ella no debe quedarse allí mucho tiempo. Para enfrentar nuestro temor y vencerlo, necesitamos primero reconocer su presencia. Si ignoramos la ansiedad o tratamos de esquivarla es posible que nos apartemos de la voluntad de Dios.
Tras haber reconocido que sentimos temor, lo siguiente que debemos hacer es identificar la naturaleza de ese temor. A veces nos sentimos ansiosos sin saber exactamente por qué, pero el Espíritu Santo puede indicar lo que nos mantiene cautivos.
El tercer paso es iniciar el proceso de derrota del temor en nuestra vida. Y no hay mejor herramienta para romper las cadenas, que la “espada del Espíritu”: la Biblia (Ef 6.17).
Cuando me siento ansioso, voy a Isaías 41.10, y le digo a Dios: “Esto es lo que dijiste, y lo creo porque nunca mientes. Así que confiaré en Ti, Señor, para que intervengas en esta situación”. Confiar en Dios es la única manera de ser libre del temor.