Sin ocultar lo que somos

Salmos 19. 9-11

“El temor de Yahweh es limpio, que permanece para siempre; los juicios de Yahweh son verdad, todos justos.  Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal. Tu siervo es además amonestado con ellos; en guardarlos hay grande galardón.”

Una recompensa es ofrecida como incentivo para el cumplimiento de una tarea; es decir, es aquel premio que nos motiva a llevar a cabo una tarea encomendada para así poder obtenerlo.

En el transcurso de nuestras vidas, tenemos la oportunidad de recibir principios y enseñanzas que determinarán nuestro caminar y a la vez el de nuestra descendencia. Cuando obedecemos las instrucciones de verdad que hemos recibido de parte del Eterno es cuando viene la recompensa, pero para que esto se cumpla es imprescindible contar con el atributo de la lealtad.

La lealtad no es algo que se impone, es algo que nace como inspiración en otros para seguirte con honor de forma inquebrantable. Una de las cosas que necesitamos como seguidores del Mesías es justamente este principio “la lealtad”, para no negociar nuestras creencias y vivirlas en medio de nuestro entorno sin negar quienes somos.

A su debido tiempo el recompensara a quienes le aman y lo han demostrado así guardando sus mandamientos y ensenándolos a otros de generación en generación.


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