Juan 6:4
“Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Yahshua había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.“
La Biblia es un tesoro por muchas razones, y una de ellas es que es muy práctica. Sus relatos y preceptos son tan aplicables hoy como lo eran en el tiempo de Yahshua. Todos hemos experimentado momentos en los que nuestros problemas parecen no tener solución, y no sabemos qué hacer. Cuando eso sucede, necesitamos recordar que las situaciones imposibles son oportunidades para que el Señor nos enseñe lecciones valiosas que nunca aprenderíamos de otra manera.
La supremacía de Dios es superior a los recursos humanos. Cuando Yahshua preguntó. “¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?” (v. 5), Felipe reconoció de inmediato su propia insuficiencia. Aunque Yahshua supo todo el tiempo lo que iba a hacer, estaba enseñando a sus discípulos que el plan perfecto y el poder para implementarlo provienen solo de Dios, no de las soluciones y los recursos humanos.
El Señor exige a menudo nuestra participación. Aunque Yahshua pudo haber creado comida con su sola palabra, optó por utilizar personas para lograr su propósito. Andrés se puso a buscar comida, un muchacho le dio su pequeño almuerzo, y los discípulos organizaron a la multitud y distribuyeron la comida que Yahshua les pasó. Cada paso requería confianza y obediencia, especialmente porque el método de Yahshua parecía tan ilógico.
Dios sabe cómo resolver nuestros problemas, pero Él puede optar por exigir su cooperación, pidiéndole incluso que haga algo que no parezca razonable. Cada vez que damos un paso de obediencia, el Señor hace cosas grandes en nosotros y por medio de nosotros.