Este es un hermoso tiempo donde el Eterno demanda que estemos preparados, unidos y en armonía con nuestras vestiduras limpias para así ser agradables ante Su presencia. Para ello debemos dejar el pecado a un lado, pedir perdon cuando sea necesario, pararnos firmes cuando se presenten eventos en donde lo menos que se haga sea manifestar amor y dar el ejemplo.
Nuestra boca es como un shofar de plata bien pulido y preparado para proclamar lo que nuestro Padre Santo nos manda.
Es tiempo de dejar las contiendas a un lado, de sembrar cizañas entre nuestros hermanos, cumplamos con ese mandamiento que muchas veces olvidamos por esos impulsos de la naturaleza pecaminosa, de esta manera podríamos apagar la luz del Mesías en nuestras vidas.
Seamos luz, para ello debemos permanecer junto a la fuente y quien nos hace más que victoriosos en cada batalla, nuestro Señor Yahshúa Hamashíaj.